Buenos días bloggeros! Si en la anterior ocasión pudimos comentar el café LA CLAVE, en esta ocasión nos desplazamos hasta Almería para poder disfrutar (o sufrir) en nuestras propias carnes la experiencia de cenar en un bar muy conocido en la capital, sobre todo para los que viven pegados al paseo marítimo. Se trata nada mas y nada menos que de "La Cabaña del Tío Tom".

Mi primer recuerdo con este sitio es de cuando yo era niño.
Situado en primera línea de playa, este bar tiene un largo camino hecho (desde 1972) y se ha ganado su clientela, la cual acude fielmente a pesar de la crisis. Y esto es justamente lo que venimos a comentar con nuestra humilde opinión.

Lo primero que nos llama la atención, es la antigua placa con el nombre del bar, situada justo a la entrada. Advertidos por otros clientes, nos personificamos con bastante antelación para asegurarnos una mesa en el local. Tras esperar más de quince minutos al horario de apertura, nos hacen pasar al interior del local mientras ultiman los preparativos.
A diferencia del resto de los otros bares, La Cabaña del Tío Tom no atiende en barra por lo que la camarera, tras preguntarnos cuantos comensales vamos a ser, nos indica las mesas en las que podemos sentarnos.

Lo cierto es que el local está saturado de mesas y sillas para aprovechar al máximo las posibilidades del recinto. Hay mesas para dos, cuatro y de cinco personas en adelante, así como también se organiza unas cinco o seis mesas fuera, justo a la entrada del bar. Al ser los primeros en asistir nos toman nota en seguida y tras asustarnos por una basta y extensa carta de tapas (que puede ser la envidia de todos los locales de Almería),

entre las que se incluyen unas tapas de ensalada, nos decantamos por un tipo de patata al horno denominada "Aliroja" que nos traen en seguida.

No tardamos mucho en ver entrar a los primeros clientes y el local se llena del ajetreo que será la tónica constante durante toda la noche.

Como antes he dicho, el local esta saturado de mesas, que si bien favorece al empresario puede ser un punto negativo para el cliente que busca una cena tranquila y con cierta "intimidad", y por supuesto a la salida de platos de la cocina. Con tan solo la mitad del aforo lleno, un servicio te puede tardar cerca de quince minutos en salir, lo cual unido a lo que tarda la camarera en atenderte (debido a la cantidad de mesas, que incluso si fuera la mitad de ellas, son muchas mesas) y la "dificultad que tienen en llegar a ti, una cena de tres servicios se puede prolongar fácilmente a una hora y media de duración, lo cual si no tienes prisa o no te importa no comer todos a la vez, no hay problema. Otro punto en contra es el precio de la consumición (una cerveza "Sin Alcohol" o un tubo de mosto se sube a 2,70€).

Tal vez sea por estar en primera línea de playa o por la... digamos calidad/cantidad de las tapas, pero teniendo en cuenta los tiempos de crisis que corren a mi me parece excesivo, o por lo menos no para ir todas las semanas.
Otras de las tapas que pudimos degustar fueron un "Don Pollo" que consistía en 1/4 de pollo al ajillo con patatas,

una "Cueva" que era entrecot, cebolla, patatas y alioli,

y un cheringan "Española" que llevaba tortilla de patata, tomate y queso fundido.

En definitiva, si no tienes prisa, y quieres disfrutar de una carta de tapeo de lujo y por supuesto cuentas con presupuesto, La Cabaña del Tío Tom es una opción a tener en cuenta.
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